Rafael Nadal ganó la edición más extraña de todos los tiempos de Roland Garros. El frío humedecía la tierra, que envolvía las bolas, las hacía más pesadas, y no botaban como lo hacen en el verano. La lluvia repiqueteaba sobre la lona superior, que hacía de paraguas. Apenas había público, el otoño abraza París… pero esto Roland Garros y aquí manda Rafa Nadal.